El avance fabril, que forjaba una nueva clase obrera, fue destruido a partir del golpe de Estado de 1976. Los militares argentinos.... fueron liderados por un grupo que se asoció con el antiguo poder económico y social local para dar lugar a una experiencia que terminó por modificar la Argentina, pero en sentido inverso al deseado para el desarrollo.
En la Argentina moderna...muchos se hicieron ricos sin merecerlo pero con el agravante histórico de no haber pasado jamás por la propiedad de una empresa productiva.
El desarrollo no es un proceso espontáneo...sino el producto de una decisión consciente tomada por actores locales decididos y con fuerza política y social para enfrentar a quienes se oponen.
Es un hecho que puede verificarse que no hay nación desarrollada que no esté dirigida por una burguesía nacional dispuesta a generar riqueza y hacer oír su voz en el concierto mundial.
La historia muestra una y otra vez la incapacidad de los sectores dominantes del país de avanzar en el sendero del desarrollo económico.
Ni la desilusión ni la moda son buenos consejeros.
En algún momento se volverá a replantear la necesidad de la producción (industrial) local y de una política hacia ella que no sea complaciente y que, combinando el apoyo con las exigencias, logre retomar el camino del crecimiento.
La añoranza del paraíso pasado (la Argentina de la carne y los cereales) al que muchos querían volver, fuera o no posible, y la presión de ideas e intereses contrarios al cambio, hicieron que la transición a la sociedad fabril resultara un combate que todavía se lleva a cabo.